ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios» (Juan 3:36, 18). Pero hay millones que viven en Turquía, Afganistán, Mauritania, Mongolia, Japón, Yemen, Libia, Djibuti, Albania, Bangladesh, India, Zanzíbar o en las tribus del Mato Grosso o Colombia, que se están perdiendo las inconmensurables bendiciones del evangelio, no porque no quieran o rehúsen creer, sino simplemente debido a que aún no llegó a ellos la noticia de que Dios hace dos mil años proveyó la medicina
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